Vayan estas humildes notas de mi trabajo musical como cohesión y apoyo incondicional, desde la distancia, al reconocimiento y valor de mi pueblo en una lucha desigual y desmesurada, que ha sido fruto de la más profunda historia de corrupción del poder político y económico de Chile, arraigado todavía en las crueles garras de la dictadura militar que azoló a mi país el 11 de septiembre de 1973 y que dejó enquistados funestos legados de miedo, represión y sumisión hasta el día de hoy.
Mi pueblo ha sido por siglos producto de formulas que nunca han favorecido a la gran mayoría de sus habitantes. Siempre ha existido un pequeño grupo de individuos que ha abusado de una posición privilegiada y que ha menguado nuestra capacidad de autogestión por intereses económicos y de poder. Es por eso que el único cambio posible es que pequeñas personas, de pequeños lugares con pequeñas ideas unifiquen conceptos y propongan y materialicen grandes cambios. Es desde nosotros mismos desde donde nace todo. No podemos esperar que cuatro individuos decidan nuestro futuro, aunque estos, como un mal menor, hayan sido elegidos “democráticamente” por nosotros mismos. Es el momento de expresar con claridad nuestros intereses, nuestras necesidades, nuestros sueños y adaptarnos a nuevos planteamientos y retos de autogestión, como individuos pero aunada y colectivamente. Siempre he creído mucho en las sinergias, que potencian nuestros anhelos y los materializan desde la diversidad, la tolerancia y sobre todo desde la acción.
En especial es un llamado a restablecer los valores para que Chile florezca desde un planteamiento de igualdad y ética con una amplia participación del pueblo.
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Es un momento crucial para unirnos y proponer nuevas fórmulas que permitan una nueva convivencia, distribuyan la riqueza de forma igualitaria, reactiven la sanidad pública y la educación y lo más importante, que las propuestas nazcan de las necesidades reales de todos y especialmente de los que hasta ahora han sufrido el empobrecimiento y han sido ignorados como parias por mezquindades personales y pésima gestión y repartición de los recursos. La última vez que estuve en mi tierra me dolió mucho que se había creado y concebido un patrón preestablecido de niveles sociales con nomenclaturas donde se clasifica a las personas por su economía, condición social, etc. Es el momento que desaparezcan de una vez por todas esos prejuicios y falsas creencias. El ser humano es como tal y en si mismo, no por lo que posee. Somos todos almas y como tales tenemos cada uno un plan para desarrollar y favorecer a esta plataforma que nos cobija y por ende favorecernos en el quehacer cotidiano para ser felices y completos y desde esta consciencia compartirnos desde el corazón. Deberían estar obsoletas esas espantosas fronteras entre ricos y pobres, izquierdas y derechas y sobre todo la represión por parte de un gobierno colapsado e ineficaz que ha lanzado a las calles al ejército y carabineros por puro miedo y nula capacidad de gestión y que a diferencia de lo que piensan, como resultado, solo genera violencia y destrucción y entra en un dialogo de sordos con una minoría, desde mi juicio programada para desestabilizar, desde poderes a los que le interesa este discurso, para desacreditar la verdadera movilización de un pueblo consciente de un inminente cambio. Esta realidad se esta haciendo viral en Latinoamérica donde otros pueblos contemporáneamente se están movilizando por los mismos intereses.
Este es también un pequeño homenaje a mi pueblo primigenio, el noble Pueblo Mapuche, al que mi país y los gobiernos siempre le han dado la espalda. Un pueblo que tenía todos los derechos y que nosotros mismos hemos quitado y apartado de su propio territorio, de su verdadera patria, entendiendo patria como el derecho de vivir en el lugar de su infancia, de su origen, de sus raíces. Ellos, como todos los pueblos primigenios, ya estaba allí. Ya lo decía Violeta Parra en su canción “Arauco tiene una pena”: “Ya no son los españoles los que les hacen llorar, hoy son los propios chilenos los que les quitan su pan”. Aquí se ve desde cuando esa injusticia esta marcando diferencias cada vez más pronunciadas en un tejido social actualmente casi destruido y poco cohesionado.
También es un homenaje a ese maravilloso hombre de paz que fue Víctor Jara a quien tuve la suerte de conocer personalmente. Su semblante sereno y silencioso, su dulce voz, me marcaron profundamente y abrieron notas de esperanza para mi pueblo.
Hoy, cuando la realidad puede más que la mentira y el abuso de poder, el pueblo se alza con amor por su tierra y su gente, por la justicia y la igualdad. Mas que nunca, esta vigente el manifiesto de paz y calidad humana de este héroe nacional que murió vil, trágica, cobarde e impunemente asesinado en el Estadio Chile.
Víctor. Tu música es un legado que trasciende la injusticia y que hoy se transforma en un himno de cohesión para nuestro maltrecho pueblo.
Como dijo Salvador Allende en sus preclaras y últimas palabras: “Mucho mas temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”.
Hoy, sus palabras, se han hecho realidad.
Y por si a alguien todavía le cabe alguna duda de que el sometimiento y la pobreza solo engendra violencia, van otras luminosas palabras de nuestra premio Nobel de literatura Gabriela Mistral que definen la realidad de todo nuestro continente y que, como Violeta, aluden a un pasado de carencia provocado, que va más allá de los tiempos de nuestros pueblos latinoamericanos: “Veo la América del Sur en un temblor. Aún no logro ver claro. Sabe usted que no creo en la mano militar para cosa alguna. Dios ayude a los buenos. Ni el escritor ni el artista ni el sabio ni el estudiante pueden cumplir su misión en ensanchar las fronteras del espíritu si sobre ellos pesa la amenaza de las fuerzas armadas, del estado gendarme que pretende dirigirlos.”
Esto no es política. Es amor por la vida que nace de la más desencarnada realidad. Pura humanidad.
Gracias Pueblo de Chile por despertar. Gracias Violeta Parra por tu claridad. Gracias Víctor Jara por tu legado musical. Gracias Salvador Allende por tu profunda coherencia y ejemplo. Gracias Gabriela Mistral por tus maravillosas nanas y poemas llenos de ternura de nuestra tierra. Gracias por vuestro legado que trasciende fronteras e ideologías y se manifiesta vivo en la realidad de un pueblo que ha dicho con claridad y firmeza, ¡Basta!.
Nello Chiuminatto
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