Posiblemente, es la flauta más antigua del mundo, con gran capacidad de emitir armónicos naturales libres que nutren nuestro sistema nervioso.
Tomando como referencia su forma interna y externa, el Didgeridoo se asocia a la unión de dos opuestos complementarios, lo femenino y lo masculino; también se le conoce como la serpiente del arcoíris, como el puente entre la tierra y el cielo y como el comunicador de dos realidades: la espiritual y la terrenal.
Los aborígenes australianos tienen un estrecho contacto con la naturaleza y una rigurosa consciencia preservadora de la misma. La esencia de todos sus sonidos está cuidadosamente evocada en el sonido del Didgeridoo.
Tradicionalmente se utiliza para tocar en grandes grupos, para acompañar danzas y cantos rituales, como las ceremonias “corrobories” y “djunguwan”, donde sólo algunos maestros iniciados tocan unos didgeridoo de hasta tres metros de largo, que representan a “Yurlunggur” la serpiente del arcoíris.
También se toca junto con otros instrumentos, como los bilma (especie de claves) o el ngurrangay (resonador de viento).
Todo practicante y receptor del sonido del Didgeridoo, recibe un beneficio: la mayor consciencia de sus sueños, vehículo importante de la intuición y la memoria subconsciente.
Cuenta una antigua leyenda, que en el tiempo del sueño (dreamtime), cuando la creación de la tierra y el universo no estaba aún acabada, un hombre se adentró en la selva para recoger leña. Recogió los troncos y volvió a su cueva. Cuando llegó a la orilla del fuego, echó algunas de las ramas que había recolectado. En ese momento, descubrió que de dentro de una de las ramas salían termitas. Como no quería hacerles daño, sacó el leño del fuego y sopló suavemente dentro de la rama para que las termitas salieran sin sufrir daño. Entonces, las termitas salieron volando hacia el cielo y formaron la Vía Láctea y de la rama salió por primera vez el sonido del Didgeridoo.
Tuve la gran oportunidad de aprender con dos grandes maestros, aborígenes australianos, Yungala y Jowandi. Ellos me enseñaros sus secretos, me iniciaron en los profundos y ancestrales conocimientos de su cultura, especialmente el dreamtime y la relación de control sobre los planos de consciencia a través del sonido del instrumento. Me hicieron el honor de aceptarme, por reconocimiento kármico, como un integrante más de su sabia y rica cultura.
Una de las experiencia extracorpóreas más interesantes que he vivido la he tenido tocando el didgeridoo. Recuerdo especialmente una ocasión en la que, mientras tocaba para una meditación grupal, entré en un espacio tiempo que no se puede describir, si no es a partir de la negación. Es decir, no hacía frío, no hacía calor, no había luz ni oscuridad, no existía el tiempo ni el espacio, y así podría seguir intentando explicar las indescriptibles sensaciones de mi profunda experiencia. Al desaparecer la noción de tiempo, un segundo es una eternidad y viceversa, lo que impide saber cuanto tiempo has estado en este plano.
Este instrumento lo he proyectado y recreado a partir de una serie de piezas ensamblables e intercambiables de maderas nobles, que permiten la posibilidad de utilizar el didgeridoo con cada uno de los tonos de la creación y sus correspondientes planos.
El sonido del didgeridoo, genera una gran representación de frecuencias que tiene un alto impacto en todos los planos de consciencia, tanto en el emisor como en el receptor. Las bajas frecuencias de este instrumento resuenan profundamente en nuestra estructura celular y ósea transformando y reestableciendo el orden en cada plano.
Los estudios de frecuencias que se han realizado a este instrumento, han permitido conocer que el rango es tan amplio, que puede producir ultrasonidos e infrasonido. Si tenemos en cuenta que las ondas cerebrales se encuentran en el rango de 2-20 hertzios, el sonido de este instrumento activa todas las frecuencias de estas ondas.
Tanto las frecuencias agudas como graves, son producidas por la interferencia y sinergia entre las frecuencias naturales del didgeridoo y las de los armónicos libres.
Para trabajar con el didgeridoo en sanación, es necesario utilizar el rango de frecuencia que determine el protocolo y luego tocar el instrumento sobre la persona, especialmente en el tercer chakra, que es el que reparte con más facilidad la vibración. El masaje de sonido con este instrumento es muy agradable y se puede aplicar sin peligro a todo el cuerpo, no obstante, hay que mantenerse alejado de la zona de la cabeza para que la entrega de sonido sea lo más placentera posible.
La técnica para tocar este instrumento, conocida como respiración circular, es imprescindible para utilizarlo en el protocolo de reequilibrio energético. Esta forma de respiración, aplicable también a otros instrumentos de viento como mi flauta Vayu o las flautas armónicas, permite generar un sonido continuo durante un largo período de tiempo.